Xavi Sancho habla de la nueva generación de villanos televisivos, esos “malos” de los reality shows que no son la contrapartida del héroe sino las estrellas de los espectáculos, que ya no salen en series de ficción sino que personaje y persona se llaman igual. Más malos que la tele.
«Finalmente, la telerrealidad más pura, dura y claustrofóbica, ha creado un engendro de malvado casi real. La sublimación del vecino que pone alta la música, riega las plantas cuando sales al balcón a leer la prensa, deja la basura maloliente en los descansillos y, aunque te vea correr hacia el ascensor, cierra la puerta y sube solo. El formato está agotadísimo, los guiones ya flojean y las carreras posteriores de villanos icónicos como Aída Nizar o Sonia Arenas ponen en cuarentena las capacidades de promoción de la nueva camada de conejillos de Indias. “Me da igual que seamos el único país que va a emitir la novena edición de Gran Hermano, o que la dirección del programa tenga preparadas ‘grandes sorpresas’, o que el casting sea ‘fiel reflejo de los jóvenes españoles’, algo que me niego a creer por mi propia felicidad”, escribía el crítico televisivo Ferran Monegal al respecto de este programa, que no es que tenga malos entre sus concursantes o que haya redefinido la maldad cotidiana, es que representa en sí mismo la maldad posmoderna.»