Mario Morales habla de los secuestros que sigue habiendo en Colombia, en un goteo imparable, de la gente que no tiene pedigrí pero que lleva secuestrada dos, cinco y diez años y de el abandono mediático y social de esos secuestrados. Los dejamos solos.
«Sólo en los primeros siete meses de este año han perdido su libertad a manos de criminales, 285 compatriotas. Cuarenta cada mes. Cuatro cada setenta y dos horas. Sin contar los que no se atreven a denunciar.
Ya secuestrados, hoy se lamentan de no tener los apellidos prestantes y la heráldica necesaria, porque cada día y cada noche entienden que en este país no sólo hay ciudadanos de segunda y tercera categorías, como lo sufren 24 millones de compatriotas por debajo de la línea de pobreza, sino que también los secuestrados están clasificados según su (in)visibilidad social o su cercanía a los círculos de poder.
Y en el último escalón están, con hasta más de diez años perdidos, los 29 soldados y policías que la guerrilla “rotuló” como canjeables y que están sumidos en la horrible noche una vez concluida la pirotecnia de la ‘Operación Jaque’. Desde entonces se esfumó el acuerdo humanitario, se cerraron las puertas a la mediación de la Iglesia y de los países amigos y quedó el rescate como única alternativa, en medio del mutismo nacional.»