A través de un pequeño detalle, la desconexión de los porteros automáticos en los bloques de edificios por una cuestión de seguridad, Roger Colom reflexiona sobre la desconfianza endémica de la sociedad de Buenos Aires y sobre la dificultad de pertenecer a una red social física en estos tiempos. Portero automático.
«En Buenos Aires los porteros automáticos fueron desconectados hace años. Siguen funcionando el timbre y el interfono, pero ahora ya no se puede abrir la puerta de la calle desde el propio departamento; hay que bajar con la llave.
Dicen que es por seguridad, para evitar que cualquiera pueda entrar en el edificio y atracar a sus habitantes. Y no dudo que sea verdad. También es costumbre, cuando uno sale a la calle y se encuentra en el portal con un desconocido que ha llamado a uno de los departamentos y está esperando a que bajen a abrirle, no dejarlo pasar. Tiene que esperar a que le abran la puerta los que lo conocen.»