Álvaro Sobrino y Eduardo Bravo hablan de la famosa campaña publicitaria del Ayuntamiento de Sevilla contra la prostitución y de cómo la Administración Pública usa una doble moral permitiendo determinadas cosas y pagando campañas contra esas mismas cosas. La hipocresía publicitaria de la Administración.
«La hipocresía y la incongruencia están a la orden del día en este tipo de campañas institucionales. Se venden y homologan para circular vehículos que superar los doscientos kilómetros por hora, para después realizar campañas de publicidad que culpabilizan de los accidentes a los conductores.
Aunque los quitamiedos de la carretera constituyen la principal causa de accidentes entre los motoristas, desde tráfico se empeñan en proyectar la imagen de este colectivo como irresponsables descerebrados que «lo van buscando».
En lugar de controlar las importaciones y la venta, se advierte del peligro de los juguetes no homologados, que por supuesto podemos comprar en cualquier tienda.
Estamos sufriendo estos días la enésima campaña de los «pezqueñines», al tiempo que en cualquier pescadería podemos encontrar boquerones de ocho centímetros, casi se diría que es la talla más habitual. Y claro, utilizando el mismo argumento que en la campaña sevillana: si nadie lo comprara…»
2008-09-01 23:51
No conozco la campaña sevillana, pero me mosquea un poco eso de exigir al gobierno que cuide de nosotros porque no somos capaces de elegir éticamente. En la relación de puntos de arriba se mezclan un par de veces el culo con las témporas: podemos no ser especialistas en seguridad, y por eso delegamos en técnicos que nos digan si algo es fiable para dejar que nuestro hijo se lo meta en la boca. Pero todos sabemos nítidamente lo que implica ir de putas o comer peces demasiado pequeños, o al menos lo intuimos.
Y dudo mucho de que “no se controle la importación y venta”. Lo cierto es que basura nociva siempre existe al alcance de cualquiera por mucho que se controle (¿¡todo!?), y conviene un poco de educación higiénica para discernirla.
Eso sí, hipocresía hay mucha, y conviene denunciarla. Pero conviene también acertar en los términos…