José Ángel Berrueco habla asombrado de la práctica de la compañía telefónica Orange, quienes contrataron a actores para generar colas para comprar el iPhone en las tiendas de Polonia. Colas falsas.
«Lo he visto varias veces en Madrid, una ciudad de colas kilométricas. Cuando no está muy claro para qué es la cola, por ejemplo a la puerta de unos grandes almacenes, hay gente que se para a tu lado y pregunta. “Oiga, ¿para qué es la cola?” Te dan ganas de responder: “¿Y a usted qué le importa?” En Madrid basta con que media docena de personas hagan círculo para ver la actuación de un mimo en Preciados para que todos nos acerquemos a curiosear qué es lo que allí se cuece. He visto de refilón a oradores junto al Oso y el Madroño. Su retórica estaba hueca y quizá hablaban del fin del mundo, pero tuvieron la suerte de ser observados y escuchados por unos cuantos y a partir de ahí se generó la expectativa. ¿Se han parado a observar las caras de la gente en esas ocasiones? Algunos parece como si se rascaran el cogote mientras se preguntan si aquello merece la pena, y quizá creen que, al arremolinarse tanta gente en torno, de veras merece la pena.»