La sanción a la central nuclear de Ascó abre un nuevo panorama de preguntas y debates sobre cómo gestionar el uso de energía nuclear y cuál va a ser la posición del gobierno hacia las centrales a partir de ahora. Lo cuenta Nacho Escolar. Ascó: la multa es lo de menos.
«Lo más grave del incidente de Ascó no es la fuga en sí. Dice el informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que no hubo riesgo ni para los vecinos de la central ni para sus trabajadores. Lo que de verdad preocupa es la reacción de los responsables de Ascó. En lugar de dar la voz de alarma a tiempo para reducir los riesgos, como mandan las medidas de seguridad, optaron por ocultar el suceso; por esconderlo bajo la alfombra a pesar de que la radiactividad es una de las pocas cosas que de verdad brilla para siempre.
Si con un caso que dicen menor reaccionan así, ¿qué podemos esperar ante un accidente realmente peligroso? ¿Es razonable que, con todos los controles de seguridad que se presuponen a este tipo de energía, tenga que ser Greenpeace quien avise de que existe una fuga radiactiva?»