Seguro habrán sufrido ustedes una mala edición crítica; suele ser aquella cuyas notas a pie de página entorpecen la lectura en lugar de hacerla más ligera, y en vez de iluminar confunden. Álvaro Ceballos Viro desnuda la edición que Andrés Amorós hizo del Troteras y danceras de Pérez de Ayala: Crítica de la edición crítica.
«Las notas de Amorós dan tirria tanto por lo que dicen como por lo que callan. En determinado momento, por ejemplo, Pérez de Ayala escribe «Estados Unidos del Norte de América», y Amorós anota «nótese la mención completa, sin acortar» (p. 113). Bueno, y qué. Marca dónde comienzan las analepsis (o los “flash backs”, como él dice), que es precisamente algo que cualquier lector puede percibir por sí solo. En un pasaje en que se enumeran «payasos, acróbatas, perros, troteras y danzaderas», el crítico anota, perspicaz: «aquí aparece, por primera vez en el texto, el título de la novela» (p. 208). Corrige “debe de ser” por “debe ser” en sentido de probabilidad, sin reparar en que el supuesto desliz —tan extendido que deja de serlo— aparece en un diálogo y pertenece por tanto al habla de uno de los figurones (p. 213).»
2008-08-12 13:49
Je, tira con bala, ¿eh?
Recuerdo que con 17 años, en COU, nuestro profesor de literatura nos obligó a comprar la edición de Castalia de “La Colmena” de Cela, anotada por Raquel Asún. En fin, no sé qué pensaría ahora mismo pero en aquel momento era una puñetera pesadilla, en los pies de página se comparaban seis ediciones diferentes de la novela, señalando cambios mínimos de una a otra. Como setecientos pies de página del tipo “que en las ediciones A, B y C, de que en la D, nada en la E y F”. Brrr.
Con mucha guasa Vila Matas escribió Bartleby y compañía con sólo pies de página. No está mal.
2008-08-12 13:55
Es que el problema de las ediciones críticas es el objetivo final. En Castalia es absurdo ese nivel de concreción, porque sus lectores no son hiperespecialistas. Ese tipo de edición comparativa de versiones está bien para publicar en unos anales filológicos o en colecciones especializadas para filólogos, pero nada más. Una edición anotada tiene siempre que ayudar a leer, no entorpecer la lectura: el problema es que el lector opta por no leer ninguna de las notas, harto de perder el tiempo leyendo las primeras.
El caso de la edición de Amorós que se comenta en el artículo es, sencillamente, una mala edición: no se trata de que no sea apropiada, sino de que es mala.
Saludos