Tierno e irónico artículo de Manuel Ortiz sobre el concepto histórico que se tiene de la guerra. ¿Le darán nuestros descendientes a los sangrientos conflictos actuales ese valor épico, romántico, casi divino con el que hoy narramos las matanzas del pasado? Guerras
«Daba gusto, por ejemplo, contemplar a las legiones romanas perfectamente dispuestas y alineadas en el campo de batalla, ansiosas por enfrentarse a sus bárbaros y feroces enemigos. Los soldados, con sus cascos relucientes coronados por bellos penachos de colorines, sosteniendo aquellos elaborados escudos en una mano y aquellas maravillosas espadas y lanzas ―que hoy costarían una pasta en una subasta de Sotheby’s― en la otra. Y ya cuando sacaban unos la caballería y otros los elefantes, entonces se rozaba el no va más, era el delirio; era como para sentarse en una colina próxima y contemplar desde lo alto, comiendo pistachos sin parar, una de aquellos choques bélicos, plenos de estética y grandeza. Griegos y persas, egipcios y macedonios tampoco les iban a la zaga a estos preciosistas romanos para quienes morir era, ante todo, una cosa de buen gusto y de diseño.»