Horacio Castellanos Moya narra el ambiente opresivo y de censura de El Salvador de los años 70, cuando los libros era perseguidos y la cultura era poco menos que una actividad delictiva; y fue en ese ambiente en el que descubrió la literatura de Haroldo Conti: De cuando la literatura era peligrosa.
«Cuando yo comencé a estudiar Letras en la Universidad de El Salvador en 1976, ésta parecía más un campo de concentración que un campus universitario. Penetrar en sus instalaciones era un desafío: pelotones de guardias armados, apostados a la entrada del recinto, exigían la credencial estudiantil y cacheaban a todo aquel que quería ingresar. Esos mismos guardias a quienes llamábamos “los verdes”, por sus uniformes recorrían los pasillos, escopeta en mano, y se detenían en el umbral de las aulas, a media clase, amenazantes. Alambradas dividían las distintas facultades y, si uno quería ir de una a otra, había que cruzar un puesto de chequeo.
Tal atmósfera llegaba al absurdo: los profesores no podían escribir la palabra “marxismo” en sus programas de estudio y apenas la pronunciaban con sigilo en clase.»