Jacinto Antón nos habla de la crisis de calidad, nombres de prestigio y ventas que sufre la literatura de ciencia ficción, un género históricamente despreciado por la “alta literatura” y que ha brindado alguna de las mejores páginas de la historia. Una galaxia que se apaga. Vía Javi de Ríos.
«Ya no están con nosotros Stanislaw Lem, Zelazny, Heinlein, Asimov… Son unos ancianos Aldiss, Pohl, Harry Harrison. No se ve surgir nombres a la altura de aquellos grandes que desaparecen. Muchos buenos autores se pasan a la fantasía. Ursula K. Le Guin acaba de publicar en Estados Unidos Lavinia, ¡una relectura de la Eneida contada por una mujer! Pero es que además, y esto es lo peor, nadie parece leer ya ciencia-ficción. Las colecciones languidecen. Editoriales que se lanzaron a publicar sellos nuevos, confiadas en un boom como el de la historia militar, se replantean la decisión. Los aficionados de siempre aparecen como aquellos vagabundos solitarios de Fahrenheit 451 que deambulaban como fantasmas con los viejos libros memorizados buscando infructuosamente a alguien a quien traspasar el legado.»