“A mí, que nunca he sido aznarista, me parecía bonito que don José María se marchara como había prometido, sin repetir poder, dejando heredero a uno de sus delfines. Se iba, hasta ahora, dejando el recuerdo de un hombre eficaz, poco simpático, tosco y a veces francamente grosero, pero se iba sin que nadie pudiera echarle en cara haber usado del poder en beneficio propio. Pero basta un detalle para que se desmorone todo un edificio pacientemente estructurado.” Creo que está bien leer estas opiniones de pluma de monárquicos. La derecha, desunida, puede ser vencida. El detalle al que se refiere
José Luis de Vilallonga es la boda de la hija de Aznar. Creo que la mayoría ha entendido ese exceso como un error político. Será por eso que Aznar anda tan diligente en unirse a Bush contra Irak, quiere volver a parecer serio.
La tercera infanta.