A raíz de la reciente (y muy mediática) liberación de Ingrid Betancourt, Salud Hernández-Mora nos habla de un aspecto de los secuestros del que no se suele hablar: qué ocurre con las parejas que se ven forzados a un largo paréntesis cuando uno de sus miembros es secuestrado. Los amores que el secuestro mata.
«Según un estudio de dicha ONG, un 24% de las parejas que sufren ese flagelo atraviesan una crisis que puede durar de dos años en adelante. De ese porcentaje, el 8% se separa. “Se queda en culpa, en silencios, en incomunicaciones, en reproches mutuos”, agrega Nieto.
Ingrid Betancourt tampoco escapó a esas transformaciones de la pareja. Al descender del avión que le llevaba de nuevo a Bogotá después de su rescate, se fundió en un prolongado y cariñoso abrazo con su madre. A su marido, Juan Carlos Lecompte, sin embargo, le dio uno frío para dejarle después en un segundo plano. Tampoco viajaron juntos a París. La ex candidata y Lecompte, que estuvieron 13 años casados, prefirieron tomarse un tiempo de reflexión.»