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Disculpen las molestias (Mercado editorial: FIN)

Álvaro Naira está deseando publicar su libro, como cualquier autor, vaya; increíblemente llega el deseado momento: aparece el contrato de la misteriosa editorial (para nosotros) que incluso lo anunciaba en su catálogo de novedades del segundo semestre del 2008… por fin. Bueno, pues Álvaro no firma, no, señores, prefiere publicar en Lulú y vender el libro sin ganar un duro: explica el porqué y los intríngulis del mercado editorial en Disculpen las molestias [Mercado editorial: FIN].
[Ref Infoeditexto ]

«Meses —¡meses!— después me llamaron y mostraron un contrato. Meses de angustia, de indecisión, de no saber nada; de cerrar la bitácora por no poder contar esto y no querer contar otra cosa; meses de morderme los nudillos, la mesa, el teclado, de masticar el móvil con los dientes hasta que me sangraban las encías, de refrescar la pantalla del correo cada tres minutos aguardando novedades; meses de tener que soportar que los colegas te pregunten “¿aún no te has suicidado?” con completa seriedad, de la que asusta; meses después, AHORA, me ponen un contrato delante.

Bien, pues no lo he firmado.

Quiero decir con esto que he tenido la publicación al alcance de la mano, la he rozado con las yemas de los dedos, y he dicho que no. Y lo he dicho yo. No ellos.

Ahora me voy a explicar, antes de que me asesinéis y con razón.

[...]

Ahora, cada vez que entréis en la Casa del Libro, en la Fnac, el Corte Inglés, a comprar un libro, tened en cuenta que:

a) El editor ha pagado a la distribuidora para que el libro esté en esa mesa y no oculto en un montón.

b) La mitad de los ejemplares que hay en esa pila van a ser incinerados.

c) Existen diferencias notables entre el texto original y el que tenéis en la mano.

d) El hecho de que lo tengáis en la mano indica que al autor se la peló que hubiera diferencias, y por tanto el texto, y el autor ya de paso, son despreciables.

e) El autor tiene que hacer el pino puente para que le hagan caso y le mantengan en esa posición.

Si después de saber esto, no soltáis el libro como si os hubiera quemado y corréis luego a lavaros las manos, os admiro. Si lo compráis, os admiro.

Porque yo no puedo. Y tardaré en poder.

“Con dos cojones. Te has mantenido en tu sitio y no has tragado, aunque era lo que más deseabas en el mundo”, me ha dicho mi hermana. “Estoy muy orgullosa de ti”.

¿Sabéis qué? Que con eso me basta.

[Y una mierda me basta. ¿Quién sale perdiendo? YO.]

Sólo puedo citar un párrafo de Politeísmos-, sinceramente. Han conseguido que odie mi propio libro, que odie el acto mismo de escribir, pero aún considero que tiene ideas válidas. Como ésta:

Las cosas son simplísimas. La vida te maneja o la manejas tú. Yo todo lo divido en términos de domesticación. Te tiran la pelota y la recoges o le arrancas la mano al que la lanzó.

Llevo un año entero dedicándome a jugar con la pelota. Sin escribir. Preocupándome por cosas que no me deberían haber preocupado. Hoy en día, no. Hay otros sistemas. Internet es una bendición divina: lo que ha pasado con las discográficas, que se dedican a gimotear por sus pérdidas y a comerse los mocos, pasará con las editoriales algún día. Tal vez yo no lo vea: quiero creer que sí.

No os preocupéis: vais a leer la novela. Si queréis. Y antes de la fecha en la que hubiera salido en la editorial (octubre). Nos vamos a Lulú, señores. Disculpen las molestias: hace dos años que podríamos haberlo hecho. Y nos vamos a Lulú sin percibir un duro, que vais a pagar sólo la imprenta: paso de beneficios. Quiero que os salga lo más barato posible. Podréis hacer la cuenta. Os regalo el libro. No quiero ganancias. No lo cuelgo en PDF porque leer en pantalla es mortal. Lo podréis leer en papel, tranquilamente. Venderé cuatro y lo sé. Pues vale. Me la suda. Si no lo leéis, será porque no os dé la gana comprarlo por internet, que ya sé que da miedo, nos roban los números de las tarjetas y se comen a los niños malos, sí. Y el baileys con cocacola se convierte en cemento. Ya vale de leyendas urbanas.»

Ana Lorenzo | 16/07/2008 | Artículos | Mundo del Libro

Comentarios

  1. Alberto
    2008-07-16 13:02

    Entiendo su enfado, monumental, entiendo que ese contrato es para limpiarse con él tras visita al baño. Entiendo que ha tenido dos narices al negarse, al poner sus condiciones en la mesa y al no pasar por el aro porque “publicar mola”. Pero no entiendo que lo haya convertido en una cuestión general salvaje ni una guerra contra el mundo. Lo de autoeditarse me parece una solución más que digna (qué voy a decir yo, je) pero hay decenas de editoriales que no funcionan como esos impresentables, hay planes B y C, da la sensación de que se desgarra por dentro por una decepción puramente personal… por supuesto la queja pública me parece más que razonable.

  2. María José
    2008-07-16 14:24

    Yo hay una cosa que no entiendo, que haya decidido que no la deja en PDF porque leer en pantalla es mortal. Si de verdad su objetivo es regalárnoslo debería dejarlo a criterio del lector, que incluso puede decidir imprimirla. Además tampoco estaría de más que dejara un extracto para que en función de si nos parece que tiene buena pinta o no la compremos. Yo ya no compro ningún libro sin mirarlo un poco antes y eso es algo que en cualquier librería se puede hacer y que sería bueno que se puediera hacer en estos sititos.

  3. Alber
    2008-07-16 14:28

    Bah, menuda pataleta más chorra… ¿Que el editor quiere los derechos en todos los soportes presentes y futuros? Pues normal, hijo del amor hermoso… Que yo sepa, en el mercado editorial nadie contrata los derechos para rústica y luego, si el libro pega el bombazo, negocia en desventaja el resto de derechos… Es que sería de gilipollas. No sé por qué este chaval se mosquea tanto, la verdad. Parece que se acaba de caer de un guindo.

  4. Ana Lorenzo
    2008-07-16 14:52

    Hombre, Alber, lo de rústica sí lo había pensado yo y algunas cosillas más. Pero que puedan publicar el libro resumido, cortado, en edición adaptada para niños (o para monos, como les dé la gana), me parece un abuso: a lo mejor yo también vivo en un guindo, pero creo que un respeto moral a la obra se le debe, que es por lo que dice la SGAE que pelea cuando pelea por sus protegidos (eso dice también María Kodama en tratándose de la obra de Borges); el derecho de que, imagina, puedas decir sí o no a que tus versos salgan en un anuncio de compresas (anda, eso me recuerda a ¡hoy puede ser un gran día…!) o de limpiacristales, y me da a mí que este contrato se lo va a preguntar al editor, y al autor, que le zurzan.
    Y eso de comprometer todos los libros siguientes… ¿no es un pelín exagerado?, porque yo había oído eso del siguiente o los dos siguientes, pero no casarse con la editorial por los siglos de los siglos amén, excepto en el caso de autores muy bien pagados que se rifan en el mundo editorial y cuyos agentes logran apalabrar sus libros con ellos, es decir, con los agentes, que se comprometen con su propia editorial y luego les dejan hacer algún cameo en otra para mantenerlos a pesar de sus caprichos excéntricos, supongo, como a una estrella del cine.
    Vamos, yo creo que el contrato es una basura. Que si me decís que funciona así normalmente, me lo creo, pero, qué mal va esto, ¿no?
    Yo creo que tiene que haber editores que no sean tan abusones: que debe de haberlos por ahí y que deberían ser así todos.
    Un beso.

  5. Alber
    2008-07-16 15:16

    A ver, es cierto que hay algunas cosas abusivas ahí. Algunas cláusulas que un juez declararía nulas sin dudar porque son ilegales (o, al menos, a mí me lo parecen en la redacción que el chaval iracundo les da).

    Pero no está comprometiendo su obra futura con este editor (lo cual, es ilegal, porque no se pueden establecer contratos sobre lo que no existe). Esa cláusula, que tanto le escandaliza al muchacho, es muy habitual, y viene a decir que si en el futuro hay tortas por publicarte, es porque ahora el editor en cuestión se ha arriesgado contigo y ha apostado su dinero cuando sólo eras un mindundi. Y el editor lo único que pide es que, antes que a otros, le enseñes la obra a él para que pueda hacerte una oferta. Oferta que tú, desde luego, puedes rechazar. Eso es lo que pone ahí y no otra cosa. Hay que saber leer antes de ponerse a despotricar.

    Este tío se escandaliza de cosas tan normales como que un editor contrate los derechos de una obra de manera exclusiva y mundial. Ya. ¿Qué se pensaba? Parece un poco tonto explicarlo, pero un editor es un empresario que invierte un dinero en una obra concreta con la intención de sacarle todo el beneficio posible. Y si la obra termina por arrancar y tener éxito (cosa que raras veces sucede) el editor vende los derechos para otros países y para otras lenguas. Normal. Es él el que ha puesto la pasta para que la obra arrancase.

    Encima, en plan ya tronchante, se escandaliza ¡de que el autor se reserve el derecho de ponerle a su libro la portada que le parezca oportuna! Guau, qué heavy… Menuda selva el mercado editorial, sí.

  6. Ana Lorenzo
    2008-07-16 16:01

    Ah, bien, pensé que se podía comprar el alma, je, je. Sí, Alber, tienes razón en que hay cosas que, claramente, las decide el editor (lo de la portada es cierto que es la primera vez que oigo que un autor se queje, en el siglo XXI; creo que Herman Hesse era muy maniático, pero más bien con la tipografía y la encuadernación, y eran otros tiempos; además, se supone que el editor querrá sacar un buen libro y el diseño de la portada no lo encargará a alguien que haga justo el que vaya a hundir el libro, digo yo), y que hay que reconocerle su esfuerzo económico al editor, que está apostando por un autor desconocido.
    Y, María José, aciertas en lo de que el autor podría haber puesto acceso a su obra en .pdf, o al menos al primer capítulo (o a x páginas); yo creo, como tú, que comprar sin haber leído nada del libro no suelo hacerlo; en cambio, sí que he leído libros en la pantalla (no enteros a no ser que fueran poesía: cuánta razón tiene Alber en que el formato le va muy bien) y los he comprado luego.
    Un beso.

  7. Al
    2008-07-16 16:05

    Hola, Ana. Soy el autor del artículo, y me paso por aquí sólo para decir que hubiera preferido que no fuera enlazado porque intento olvidarme de todo esto para escribir otra cosa (han sido tres años durísimos y para nada) y como siguen llegando comentarios me vuelvo a cabrear y no logro cerrar tema.

    No voy a entrar al trapo. Voy a decir tan sólo que en el contrato ponía que el libro tenía 120 páginas. Y tiene 480. Me pareció tan acojonante que creí que era un error de imprenta, que habían cogido el contrato tipo y no lo habían modificado. Qué va.
    Me iban a cortar más de la mitad, no por motivos literarios, sino por motivos económicos del precio del papel. Y eso es habitual. Lo he visto. El que no se lo crea, que no lo haga. Respecto a lo de la cubierta que tan tronchante le parece a Alber, a mí me parece tronchante que no haya leído bien y opine. No me escandalicé, me pareció inadecuada (muy inadecuada, y también se lo parecía a la subeditora y al de promoción) pero tragué. Y lo digo.

    Lo que sí me escandaliza que corten un libro por la mitad. Qué raro soy, ¿a que sí? Naturalmente, todo el mundo pensará que el libro era un pestiño y le sobraba eso y más porque los editores son muy inteligentes y saben lo que quiere el público y ése es su trabajo, y si no escriben ellos los libros es porque no tienen tiempo, no porque no sean perfectamente capaces, ¿no? El autor es el mal necesario del mercado del libro. Ya.

    Pues pensad lo que queráis. El libro está a la venta en lulú. Podéis comprobarlo si os apetece. Yo ni gano ni pierdo nada.

    Por cierto, lulú tiene previsualización de unas cuantas páginas de la novela. Y no subo el pdf gratuito entero porque ya no me deja, aprobé la distribución sin hacerlo; tendría que abrir otro proyecto nuevo. Y no voy a hacerlo. Se acabó todo. No quiero saber más del tema.

    Adiós.

  8. Ana Lorenzo
    2008-07-16 17:34

    Gracias por las aclaraciones, Álvaro. Si seleccioné el artículo fue porque me pareció una muy buena explicación de por qué un autor novel que está deseando publicar decide al final rechazarlo, y no a una editorial cualquiera. Y porque el contrato me pareció una esclavitud: como le pongo a Alber en el comentario precedente: “ah, bien, porque creí que se podía comprar el alma”, cuando aclara que hay muchas condiciones abusivas que se considerarían nulas por ser ilegales.
    No sabía que hubieses visto la portada ya y que no fuera adecuada, ni que tu obra de 480 pp. se hubiese quedado en 120 pp.; si lo hubieses puesto en el artículo…; claro, que igual estabas ya hasta los mismísimos.
    Bueno, ya sabéis, al que quiera leer algunas páginas para saber si comprar o no, o por pura curiosidad, en Lulú puede hacerlo.
    Un beso.

  9. Pablo
    2008-07-16 20:29

    Lamento que el autor no quiera saber más de un artículo tan interesante. A punto estaba de enlazarlo desde mi propio blog, pero después de leer su comentario, evidentemente no puedo hacerlo.

    Aunque se podrían discutir mil cosas, sólo quiero aclarar que la visión de Alber me parece un poco demasiado “inercial”, muy del estilo “esto es algo habitual, y por tanto no hay de qué escandalizarse”. Pues no, que algo sea habitual no significa que no sea para echarse las manos a la cabeza. Cada día en el mundo pasan miles de cosas que son para escribir artículos como éste o peores, y no por ello dejan de ser hechos conocidos y habituales. Respecto a las condiciones que le quería imponer la editorial, cada cual tendrá su opinión sobre cada una de ellas, pero en general, está claro que es abusivo. Es que ya no sé qué putada más se le podría añadir, porque hacen de todo: modifican la obra, se quedan con los derechos en todos los soportes,... Podrán ser condiciones muy habituales, quizás, pero creo que el cabreo del autor está justificado y no es como para bularse de él.

    Y lo triste es precisamente eso: que ya hasta nos parece normal.

  10. Ana Lorenzo
    2008-07-16 21:58

    Ya, Pablo, es una pena que las condiciones sean tan malas que hasta un contrato así pueda parecer normal.
    No creo que firmar en blanco el que se pueda modificar la obra sea ni moral ni normal: otra cosa es que te estén diciendo que cambies tal cosa, tal otra… y al final cuaje o no la publicación, porque tú pases o no por los cambios, pero dar un cheque en blanco para que tu obra pueda decir lo contrario de lo que dice o que se emplee la tijera de tal manera que no la reconozcas no es publicar tu libro, desde luego.
    Se me olvidó poner el enlace de Politeísmos en Lulú: es aquí
    Un beso.

  11. Alber
    2008-07-16 22:06

    A mi juicio el autor (y te lo digo con cariño, Álvaro, así que no te mosquees) peca de una enorme ingenuidad. Es cierto que el contrato que describe tiene cláusulas claramente abusivas. Cláusulas que, podría haber negociado. Pero, en general, cosas que a él le parecen demenciales, a mí me parecen no sólo normales, sino justas. No creo, por tanto, expresar una opinión “inercial”.

    En líneas generales, en el mundo de la edición en España hay unos cuantos hijos de puta. Gente miserable que plantea condiciones ridículas y esclavizantes a los autores. Pero esos tipos, por suerte, son los menos. En general, digo, los editores españoles no son unos hijos de puta. Son empresarios que tratan de invertir en un producto y de sacarle rendimiento.

    Por eso no me parecen bárbaras cláusulas como que el editor se reserve todos los derechos de una obra. Me parece completamente lógico y me parece, además, justo. Y me parece bien que los explote como crea conveniente.

    Yo, si algo estoy acostumbrado a escuchar en este mundillo a los autores, es lo de que “si mi editor se hubiera movido un poco más, mi libro habría sido la reputapolla”. O sea, que los escritores se quejan siempre de sus editores hacen siempre poco por sus títulos. No al revés, como denuncia Álvaro. En fin, allá cada cual.

  12. Al
    2008-07-16 23:33

    Sí, es posible que fuera un ingenuo al creer que no me querían cortar el libro a la mitad para explotarlo mejor y más barato y sin decírmelo hasta el día de la firma del contrato. Antes, todo era estupendo, el libro era la rehostia y les había encantado a todos. A la hora de firmar, de pronto era demasiado largo para un autor novel, muy caro e invendible. De puta madre. ¿Eso no se puede decir al principio? No, claro que no. Ni se les pasó por la imaginación que yo pudiera tener alguna objeción, si todos perdemos el culo por publicar. ¡Pues nada, cortamos al azar! Total, sólo es un libro. A nadie le importa. Sé de un autor al que le quitaron QUINIENTASGINAS y no dijo ni pío. Ni siquiera corrigió primeras pruebas por si le habían cortado frases por la mitad: lo que quería era currículum, publicar, hacer una sesión de firmas. Qué bien. Qué profesional. Le importa el texto un huevo, ¿eh? Sin duda, se mató escribiéndolo. Literatura pura.

    ¿Es normal? Sí. ¿Me parece normal? Pues no. ¿Soy un ingenuo? Completamente. Tanto, que no publico y me declaro un pelagatos más, cuando ooooooh podría haber publicado y me hubieran dado mi isbn y con él mi pedestal para luego poner las condiciones yo. Y no lo acepté. Eso sí que es el colmo de la ingenuidad.

    Las cláusulas eran innegociables, como dije en el artículo, aunque Alber considere que no. Yo les solté lo que quería cambiar. Me prestaron mucha atención y luego me llamaron por teléfono y me educadamente me informaron de que bajo mis condiciones no les interesaba el texto. Y eran tres cláusulas muy simples: 1. La obra no se toca. 2. Doy prioridad sólo para el siguiente texto: PARA UNO. 3. Yo no voy a la tele a hacer el imbécil. Punto. Con todos los abusos (que los hay) tragué. No he puesto el contrato entero en el artículo. Ni mucho menos. Pero todo el mundo opina, todo el mundo tiene algo que decir y que aportar aunque nadie tenga ni puta idea de lo que ha pasado y lo que ha supuesto para el autor; que no estamos hablando de unos mesecitos. Hablamos de años. Os desafío a que viváis en la cuerda floja y con todas las ilusiones puestas en algo para ver finalmente que se va a la mierda y que a tu hijo le van a cortar las dos piernas y un brazo y a ti te van a llevar a la tele a contarlo, a ver qué tal os luce.

    Claro que soy un ingenuo. Nunca me comeré una rosca en el mundo editorial. Me leerán cuatro, y de esos cuatro, tres lo harán por pena o para reírse de mí. Soy la ingenuidad personificada. Vale. Lo acepto. Por eso no me hago publicidad alguna, porque es ridículo y porque además yo no gano ni un duro. Pues bien, si de esos cuatro tristes lectores, me lee uno que estaba esperando mi novela desde hace tres años, que lleva leyéndose la bitácora cada día y deseando hincarle el diente a un libro del que en principio no sabía nada, si esa única persona disfruta con la novela la mitad de lo que yo disfruté cuando la escribía, me doy por satisfecho. Y vaya, eso me ha pasado. La he sacado por Lulú para mis lectores habituales, para que pudieran leerla. Así que soy un ingenuo, sí. Ojalá hubiera más ingenuos en el mundo.

    Voy a intentar dejar de leer aquí y de contestar. Estoy muy cansado de que todo el mundo me diga lo que tengo que hacer y me dé palmaditas en la espalda o se descojone de mí. He hecho una gilipollez: de acuerdo. He dicho que no a algo por lo que otros matarían. Soy subnormal. Sí. Lo soy. Escribí una novela con las tripas, le eché el resto y salió así. Y no he enviado a más sitios porque estoy cansado del texto y de las esperas y de las decepciones y del mercado. Tal vez más adelante, tal vez con otro. Ahora, no. Y me da lo mismo que fuera ponga Lulú o que ponga Soy El Grupo Editorial Más Poderoso del Mundo Entero y Todos Se Pelean por Chuparme la Polla. Lo de dentro, es mío. Completamente mío. Y quiero olvidarme de esta historia para poder escribir de nuevo, y meterme, y disfrutar, y dejarme la piel a tiras en un libro que luego no le importará a nadie. Y seguir siendo ingenuo, siempre.

    Saludos.

  13. Rosie
    2008-07-17 13:19

    A ver, estoy entre Alber y el autor. A ver, hay muchas cosas en la vida que son una negociación. Si te lo puedes permitir, negocias a tu favor, si no, tragas. Punto pelota. La autoedición no es nuevo, la posibilidad siempre ha existido y por trabajar en una biblioteca puedo atestiguarlo. Sin embargo por lo general le dabas una ojeada al libro y entendías porque. No digo que sea este el caso, pero era lo habitual. Ahora con internet la cosa es mas facil, y la posibilidad del pdf siempre está ahi. Vale que leer en pantalla es un coñazo, pero tambien esta el detalle nada baladí que por ahi seguro que el autor no cobra nada (parece un argumento de la SGAE pero la cosa es asi). Pero facilita enormemente el boca/oreja, está claro.

    Hay todo un movimiento anti-SGAE con el que estoy de acuerdo en general por lo que refiere a la entidad de marras, pero que incluye una dosis bastante intragable de demagogia barata. Uno de los argumentos es considerar a toda empresa del sector cultural como un negrero sin entrañas. Haberlos haylos así, como dice Alber, pero la mayoría lo que quieren es publicar libros (en este caso) sin perder dinero (y a poder ser ganarlo). Esto ultimo no es tan facil como los que no tienen ni idea de como se gestiona una empresa creen. Solo ven los chollos, la editorial que se hizo de oro por descubrir a JK Rowling, por ejemplo. Pero la realidad es mas cruda. Por un autor que vende hay decenas que no. El que vende compensa a los que no. La empresa intentará negociar un contrato de lo más favorable. Si al autor no le gusta, mira a ver si otra editorial le hace un contrato mejor o intenta negociar. Nadie le va a hacer firmar con una pistola en la nuca. De las clausulas que menciona el autor las hay algo raras, como lo de reducir las paginas (¿era reducir contenido o tipografía?) pero lo de reservarse derechos a nivel geográficos y de formato es mas normal. A menos que seas Ruiz Zafón y tengas el poder para negociar el mejor contrato a tu favor.

    Lo que no me queda claro es si el autor intento negociar con otra editorial (que de eso no andamos faltos en este país). Si estas condiciones le parecían tan malas y tan fuera de lo normal, lo mejor era buscar una editorial con un contrato mas habitual, ¿no? Era una posibilidad…

  14. Ana Lorenzo
    2008-07-17 15:05

    Bueno, hoy en Los futuros del libro, sobre el copyright y el open acces, vi este párrafo que a lo mejor hace que Álvaro se alegre de no haber publicado en una editorial tradicional:
    «En estas circunstancias, lo que reclamo de los juristas especializados en estas lides, es que se practique una pedagogía integral de la propiedad intelectual que no excluya interesadamente ni demonice el conjunto de posibilidades que un autor de una obra original tiene a su disposición. Si a un autor del contenido que fuera se le explicara, por ejemplo, que apenas el 3% de los asociados de CEDRO viven de una manera regular de las liquidaciones que les corresponden; que la vida real de una obra en nuestro mercado editorial no suele sobrepasar, en las mejores condiciones, el año de vida, periodo tras el cual se descataloga o arrumba de manera indefinida en los almacenes de la editorial; que su visibilidad si es que sigue el procedimiento editorial habitual de publicación, al contrario de lo que pueda creer, será tendente a la nada, porque entre 77.000 nuevos ISBN anuales, las posibilidades de que sea adecuadamente recibido, leído y criticado, serán más bien escasas; que suele suceder, además, que cuando una obra alcanza la perfección del olvido y entra en el limbro de las obras desaparecidas, será difícilmente reutilizable, porque aunque nadie se acuerde de ella seguirá protegida por el copyright y, cuando un editor quiera recuperarla, no podrá hacerlo, porque será casi imposible encontrar a los derechohabientes.»
    Un beso.


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