William Blum recoge máximas y pensamientos sobre el patriotismo, ese sentimiento tan presto a ser tergiversado, manipulado y modificado a conveniencia del que lo enarbola como bandera y, sobre todo, del que lo empuña como arma. Pensamientos sobre el patriotismo.
«Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. dio sermones morales a sus prisioneros alemanes y al pueblo alemán sobre la inadmisibilidad de alegar que su participación en el holocausto era por obediencia a su gobierno legítimo. Para probar lo inadmisible que era esa defensa desde el punto de vista legal, los aliados de la Segunda Guerra Mundial ahorcaron a los principales ejemplos de tan patriótica lealtad.
Una vez me preguntaron después de una charla: “¿Ama a EE.UU.?” Respondí: “No.” Después de detenerme unos pocos segundos para que se dieran cuenta, y de varias risitas nerviosas en la audiencia, continué: “No amo a ningún país. Soy ciudadano del mundo. Amo ciertos principios, como ser los derechos humanos, las libertades cívicas, la democracia, una economía que ponga a la gente antes que los beneficios.”
No hago mucha distinción entre patriotismo y nacionalismo. Algunos escritores igualan el patriotismo con la fidelidad al propio país y gobierno, mientras definen el nacionalismo como sentimientos de superioridad étnica-nacional. Defínase como se quiera, en la práctica las manifestaciones psicológicas y conductuales del nacionalismo y del patriotismo – y el impacto de semejantes sentimientos sobre las políticas reales – no son fácilmente distinguibles.»