Resulta bastante sobrecogedor atender a las reflexiones de Eduard Punset sobre las posibilidades de la manipulación de los lóbulos cerebrales, desde para lograr devolver en cierta manera movilidad a miembros atrofiados o inertes hasta para (escalofrío) modificar comportamientos o valoraciones morales. Manipular el cerebro.
«Lo que ya se ha constatado es que las técnicas de activación pueden estimular zonas motoras de sujetos con un infarto cerebral que no pueden mover la mano, o zonas frontales para modificar la capacidad de la gente de tomar decisiones o para conseguir que las decisiones sean más altruistas, más generosas; para que enfermos que tienen trastornos de personalidad, con personalidades sociopáticas, empiecen a mostrar más empatía ante determinadas situaciones. Si se trata de combatir adicciones a la nicotina, a la cocaína o a la comida, se pueden modificar los circuitos de recompensa para que se reduzca la actividad excesiva que se manifiesta en esos circuitos en los cerebros de los adictos. El límite consiste en identificar el circuito. La fuente original de todo esto es la llamada “plasticidad cerebral”. Empezamos a vislumbrar por dónde puede ir el futuro del cerebro.»