Mi deporte preferido es, sin dudarlo, el ciclismo. Desde que tengo uso de razón para mí julio significa “Tour de Francia”, esté donde esté siempre hago por verlo, oírlo o saber de él. Antón Castro es de los míos y, recién empezada la carrera de este año, recuerda a uno de los grandes: Charly Gaul. Evocación del Tour a través de Charly Gaul.
«Charly Gaul se retiró en 1965. Se casó dos veces, montó una tienda de ciclismo, pero acabó retirándose a una cabaña como si fuera un ermitaño. Un anacoreta. Incluso se llegó a decir que se había suicidado, como haría años después Ocaña, pero no: vivía lejos del mundo, con una gran barba blanca, dentro de un cuerpo grueso, de tonelete. Jean Luc Leblanc accedió hasta su refugio en el corazón del bosque y se encontró con algo increíble: un auténtico santuario del ciclismo con libros, recuerdos, medallas, copas, recortes de artículos de fondo. Y se encontró con un hombre, huraño en apariencia, el mejor deportista de Luxemburgo del siglo XX, que estaba al corriente del ciclismo actual y que era un ferviente admirador de Marco Pantani.»