“Cuentan que cuando Alejandra Pizarnik era ya una poeta de culto, un joven escritor quiso homenajearla con un ramo de lilas, flores emblemáticas de su literatura. Casi sin mirarlo, la autora lo apartó como se despeja al no iniciado de las puertas de un club exclusivo: su devoción por esas flores, se sabía, era puramente literaria.” Esta anécdota es un ben ejemplo para empezara entender hasta qué punto una persona no ha de ser construida por lo qe escribe.
Raquel Garzón nos habla de Alejandra Pizarnik en
Debajo está ella, Alejandra.
2004-03-23 04:22 SOY UNA NUEVA SEGUIDORA DE PIZARNIK, LA VERDAD ES QUE DESDE QUE LA DESCUBRI NO DEJO DE LEERLA, ME IDENTIFICO CON SU POESIA, CON SU SENTIR. REALMENTE ME HA CONMOVIDO