John Pilger narra las numerosas dificultades para poder llevar a Londres, a la entrega de un premio de periodismo, a unjoven palestino, que antes de poder salir del país sufrió humillaciones, torturas y vejaciones por parte de la policía israelí. Del triunfo a la tortura.
«Llevar a Mohammed a Londres para que recibiera el premio requirió una operación diplomática de gran envergadura. Israel ejerce un control insidioso sobre las fronteras de Gaza y sólo se le permitió salir con la escolta del embajador holandés. El 26 de junio, en su viaje de vuelta, tenía que encontrarse en el paso fronterizo del Puente de Allenby con un representante del Gobierno holandés, que esperaba a las puertas del edificio israelí, ignorante de que Mohammed había sido detenido por el Shin Bet, los servicios israelíes de seguridad, de triste fama. Mohammed fue conminado a desconectar su teléfono móvil y a quitarle la batería. Preguntó si podía hacer una llamada a su escolta de la embajada holandesa y, de manera brusca, se lo negaron. Un hombre empezó a curiosear en su equipaje, rebuscando minuciosamente entre sus documentos. «¿Dónde está el dinero?», preguntó. Mohammed sacó unos pocos dólares estadounidenses. «¿Dónde están esas libras inglesas que tienes?».»