Una prueba de que a los ingenieros a veces les falla el sentido común. Según cuenta Alvaro Ibáñez en cómo vulnerar la seguridad de las máquinas de tabaco que comprueban la edad por reconocimiento facial, basta enseñar a la máquina la foto de la cara de un adulto. Sencillo, ¿no?
«Al parecer en Japón algunas máquinas expendedoras comprueban la edad de los compradores mediante una cámara digital: se examina la cara del sujeto buscando ciertos signos de «edad», mediante un sistema automático de la compañía Fujitaka. Se trata de discernir si la persona tiene 20 años o no, que es la edad válida en japón para fumar.
El asunt, que cuentan en Age verification cameras easily fooled es que hasta un niño de cuatro años podría adivinar cómo hackearlas. El truco es tan simple como sujetar una fotografía delante de la cámara, por ejemplo de una revista o periódico.»