Antonio Gómez escribe un alegato anti nostálgico, reivindicando el derecho y la necesidad de conservar la memoria siempre que sea parte del ser humano en el presente, así como rechaza la nostalgia como una falsa mitificación del pasado. Por la memoria, contra la nostalgia.
«De igual manera que me apasiona la memoria, odio la nostalgia, que es el lado conformista del recuerdo, ese que te lleva a considerar que cualquier tiempo pasado fue mejor, a añorar su desaparición y a intentar seguir instalado en ese pasado que tan grato pensamos que nos fue, desdeñando el futuro, de cuyas incertidumbres huimos, para encerrarnos con nuestros miedos en el confortable refugio de lo ya conocido. La nostalgia es esa versión edulcorada, falsificada, acrítica y evocadora del pasado que con tanta frecuencia aparece en ciertos programas televisivos y en el resto de los medios de comunicación. Mercadotecnia alienante de las multinacionales.»