Alejandro Michelena sostiene en Entre la carretera y la beatitud que la Generación Beat fue mucho más escandalosa e irreverente en los social que en lo literario, terreno en el que según el autor apenas hicieron algo que no se hubiese hecho ya.
«A pesar de su talante existencial revulsivo y contestatario, en su quehacer literario los poetas Beat no innovaron tanto como han querido creer algunos de sus lectores más fervorosos. En el universo poético norteamericano ya habían cumplido ese papel tanto Ezra Pound y William Carlos Williams como Wallace Stevens. A los beatniks les quedó –apenas- la chance de perturbar y escandalizar mediante sus temáticas y postura. Tal vez su aporte más interesante se dio, en lo estrictamente literario, mediante el esbozo de una síntesis entre el primordial torrente withmaniano, los hallazgos vanguardistas y la poética social de los años treinta.»