Edu Sánchez analiza las consecuencias del rechazo popular en Irlanda al Tratado de Lisboa, o lo que es lo mismo, a la Constitución Europea bautizada de otra manera para tratar de evitar el referéndum en la mayor parte de los países de la UE. El laberinto en el que los irlandeses han metido a la Unión Europea.
«Europa no tenía diseñado un ‘plan b’. Éste tendrá que diseñarse con urgencia (durante este fin de semana), ya que la cuestión será abordada en la reunión que el lunes celebrarán en Luxemburgo los ministros de Exteriores y el próximo jueves y viernes los Jefes de Estado y Gobierno en la cumbre de Bruselas. Sobre la mesa de ambas reuniones se barajará la posibilidad de ‘mirar hacia adelante’ (seguir el proceso y dejar un plazo de tiempo para abordar el caos irlandés); abrir la puerta a la ‘Europa de dos velocidades’ (de la que siempre se ha rehuido y que supondría dejar en el vagón trasero al socio que más está creciendo económicamente); incluso ‘reformar el Tratado’ (hipótesis que evitan plantear hasta los más pesimistas).»