Juan Villoro aplica humor y desconcierto en El señor Nakamura, una especie de historia hiperbreve de la confusión y la identidad equívoca de animales y hombres.
«El agente Shinjiro Uemura patrullaba su zona cuando se topó con un loro, especie poco común en Tokio. La sorpresa del encuentro aumentó con lo que dijo el animal: “Soy el señor Yosuke Nakamura”. Aquello parecía una novela de Murakami. Tanta formalidad hacía suponer a un humano atrapado en el cuerpo del animal.
El agente decidió resolver el misterio en la comisaría. Ahí, el visitante entró en confianza y cantó canciones japonesas. Luego repitió su nombre: era el señor Nakamura. “Le hablé, traté de ser su amigo, pero me ignoró olímpicamente”, dijo Uemura. El loro sólo se interesaba en agotar su repertorio. Entre canción y canción, pronunció el nombre de una calle. La policía descubrió que ahí vivía Yosuke Nakamura. Le preguntaron si había perdido un loro.»