Abel Posse aborda la relación intelectual entre Kafka y Borges, sus similatidudes y diferencias, con abundantes nombres que aparecen citados o citando: Kafka y Borges por las calles de Praga.
«Borges nunca creyó en la literatura de la neurosis (no adoró a Dostoievski, como era usual entonces, y no le interesó Sartre). Como Nabokov, creyó en el lenguaje y en las revelaciones por la puerta de la estética. Sin embargo, su permanente interés por Kafka, cierta identificación, podría sondearse en lo íntimo de sus personalidades. Frustrados en lo hondo, tal vez heridos en su sexualidad, ambos podrían haber exclamado conjuntamente, si Borges y K se hubiesen podido encontrar a las cinco de la mañana en la Plaza Vieja: “Lo único de lo que me arrepiento es de no haber sabido ser feliz…”
No demostraron ser tan afectados por las enfermedades (la tisis y la ceguera) como por sus incapacidades para la vida real y cotidiana, por problemas muy íntimos. Uno, por la madre y el otro, famosamente, por el padre que anegó su vida como una proyección frustradora de naturaleza jehovásica. Observó Georges Bataille que el erotismo en la obra de Kafka “carece de amor, de deseo y hasta de fuerza: es un erotismo de desierto”. Kafka no aceptó el destino de ser adulto y padre. Maduró hacia la esterilidad. Según Bataille, quiso vivir y conservar “el niño irresponsable que era”.»