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Esclavos y rebeldes

Quizá yo también sea un esclavo. “Como decía Wilhelm Reich, es importante conocer por qué hay quienes hacen huelgas y revoluciones pero es mucho más importante saber por qué las mayorías no insurgen contra situaciones inhumanas e intolerables.” Guillermo Almeyra se pregunta en Los esclavos y los rebeldes por qué siempre hay tanta gente que está de acuerdo con los jefes, con los dueños, en fin, con los amos; por qué sale tanta gente a manifestarse a su favor; por qué no sale más gente a defenderse, a crear un sistema nuevo. Menciona a los judíos en los campos, demostrando un gran desconocimiento, sobre todo del judaísmo ortodoxo. Nunca se pregunta qué ocurre después de la revolución, ni siquiera durante.
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También podría Almeyra preguntarse qué ocurrió en México tras la Constitución de 1917; en la URSS tras la muerte de Lenin. ¿Dónde quedaron esas revoluciones? ¿No fueron aniquilados todos los verdaderos revolucionarios? ¿No corrían todos los que podían a acomodarse lo mejor y lo antes posible en el nuevo sistema?
Como heredero del pesimismo de mi familia (‘las cosas no pueden ser peores y probablemente lo serán’), basado en una perenne pérdida de libertades, en la constante decepción ante la democracia robada, en la incesante constatación de que adonde mires hay un vendido, un esclavo, que te entregará a los poderosos, puedo entender a los que no hacen nada. Lo que no entiendo es la falta de imaginación de los llamados rebeldes, entre quienes siempre hay palabras interesantes, y rara vez, un llamado a la autoorganización. De los autoorganizados siempre se sospecha; suelen ser desconfiados, elitistas y excluyentes; antes de entrar en su grupo hay que demostrar lo que uno vale. Y a esos grupos, como todo el mundo sabe, hay que eliminarlos cuanto antes. Quizá este pesimismo viene de la experiencia familiar en la CNT-FAI; todavía hablamos de la Barcelona del ‘37.
Roger Colom | 10/09/2002 | Artículos | Crítica social

Comentarios

  1. Marcos
    2002-09-10 18:45 Bueno, yo creo que ese pesimismo comienza a ser genético en el humano: al menos esa herencia debieran aprender nuestros genes después de ¿cuántos miles de siglos? de existencia del Hombre. Yo también tengo una experiencia similar de inamotinados con mi familia y el franquismo (y, me temo, la inmensa mayoría de españoles, porque fueron muy pocos los que movieron un dedo), pero es que el miedo es comprensible. Y precisamente el miedo es la gran victoria de un gobierno. Mirad ahora sino cómo inciden todos en la seguridad: tengan miedo, tengan miedo, tengan miedo…
  2. Roger
    2002-09-11 00:56 No creo que sea tanto una cuestión de miedo en sí, como una fuerte memoria de lo ocurrido en el siglo 20. La Revolución mexicana se fue al garete menos de 20 años después de la redacción de la Constitución. El PRI jugó el papel clave. La revolución rusa ¿no produjo millones de muertos y deportados? ¿Qué hicieron los comunistas en España durante la guerra civil? La mayor parte de los holocaustos que hubo en el siglo pasado fueron fruto de las revoluciones, e incluyo lo que ocurrió en Alemania en los años 30 y 40. Lo que me cabrea de artículos como el que anoté es su autocomplacencia. Quizá debería de haber escrito esto en la nota, en lugar de lo que escribí, pero ya sabes, mi cerebro da poco de sí cuando hago las cosas con prisa, ¡sobre todo si estoy pensando que llego tarde a mis ensayos!

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