Manuel Rodríguez Rivero considera que la proliferación en los últimos tiempos de “metalibros”, es decir, libros que hablan del mundo del libro, es un síntoma claro de su camino hacia la extinción como formato. No es que vaya a ocurrir mañana pero pasado mañana tal vez sí. De buena tinta (electrónica).
«Muchos de los curiosos que, hacia 1455, habían ojeado en los mercados del libro centroeuropeos algunas páginas de la Biblia de 42 líneas, compuesta a partir de tipos reutilizables por el oscuro grabador Johannes Gutenberg, pudieron pensar que la imprenta, aquel invento que iba a revolucionar el más formidable vehículo de producción y diseminación del saber conocido hasta entonces, acabaría con el noble arte de la caligrafía. La significativa proliferación de manuales para aprender a escribir con soltura y “buena letra” que circularon por Europa durante el siglo XVI tuvo que ver, además de con el aumento de la alfabetización, con la aprensión que suscitaba esa pérdida que se suponía efecto colateral de la nueva técnica.»