Atónito me quedé cuando vi cómo daban varios periódicos la noticia de la muerte de uno de los miembros del Tribunal Constitucional: su muerte resultaba clave para aprobar o rechazar varias leyes. Un país así se merece todas sus desgracias. El Periódico de Cataluña editorializa pidiendo un poder judicial respetable: Muerte de un magistrado.

«Es triste constatar que una circunstancia como el fallecimiento de un magistrado puede tener profundas consecuencias políticas que afectan a leyes fundamentales del Estado. Es triste, pero cierto. Lo es en el caso de Roberto García-Calvo, miembro del Tribunal Constitucional desde el año 2001 y cuya muerte se conoció el domingo. Y lo es porque García-Calvo mantenía posiciones próximas al PP en muchos de los recursos presentados en la anterior legislatura.»