Una ventana sonora al mundo narra, lo hace Leonardo Tarifeño, la labor y muchas dificultades de las pequeñas discográficas argentinas que dan voz a músicas que no se oyen en las emisoras de radio.
«Ese “resto” es una cultura basada en la independencia económica, que funciona como garantía de la libertad creativa de los artistas. Hoy, el gesto inaugurado hace ya diez años por World Circuit se ha convertido en una ola fundamental en la industria de la música, con grandes representantes en todo el mundo, de Trama (Brasil) y Corasón, Zafra y Noiselab (México) a Putumayo, Matador, Six Degrees y Luaka Bop (Estados Unidos), Real World (Inglaterra), Crammed (Bélgica) y Essay Recordings (Alemania), pasando por los locales Acqua Records, Bau, Random, Ultrapop y Los Años Luz, entre muchísimos otros. Su importancia es tal que se los podría considerar las auténticas plataformas de lanzamiento de la música popular más atrevida e innovadora que se hace aquí, allá y en todas partes. Amparados por la divulgación y comercialización instantánea que permite Internet, estos sellos se permiten descubrir nuevos talentos, invertir (mucho) tiempo y (poco) dinero en sus artistas, y consolidar su desarrollo dentro de un nicho de público interesado, como bien manda la teoría económica de la Long Tail , por la cual el mejor negocio de nuestra época se basa en diversificar la oferta y venderle poco a muchos. Toda una estrategia comercial paciente y aceitada, en las antípodas de la que llevan adelante las compañías mainstream (más preocupadas por encontrar hits masivos e intercambiables), que consiguió su espacio propio en el mercado mundial y no para de crecer. »