Comentarios

1. Gonzalo
   2008-05-16 15:49

   Quizá no sean tan negras. La mayoría de librerías-papelería de pueblo también tienen un surtido de libros y editoriales muy limitado. Yo creo que vamos más bien hacia una radicalización con luces y sombras, no solo sombras. Porque aumenta el espacio para lo preparado desde un despacho (que nunca es garantía de éxito, pero es cierto que está al alcance de pocos y cada vez menos). Pero también aumentan los espacios personales y las redes de comunicación ajenas a instituciones y centros comerciales.

   Más allá de eso, será lo que elijamos, como sociedad en su conjunto.

   Besos

2. Ana Lorenzo
   2008-05-17 13:24

   Claro, Gonzalo, con esa perspectiva de los nuevos espacios para libros, lectores y libreros o recomendadores (redes de comunicación, blogs, wikis…) que remiten a distribuidores directos por la red o a librerías, el panorama se equilibra. He intentado trasladar esta visión tuya a la recomendación sobre todo en lo que atañe a la LIJ.
   Realmente, yo creo que los que compran un libro en el Carrefour son los que se llaman ahora lectores no lectores o lectores que antes no leían: los que consumen los bestsellers de turno o compran un regalo que hasta última hora no se sabe si será una colonia, un juguete o un libro. Si se tiene esto en cuenta, el comprador de libros tipo del hipermercado no va allí a comprar un libro, sino que aprovecha, o incluso es ahí mismo donde surge la idea. Está claro que el abanico que cubre la tienda de libros del hipermercado es aún más reducido que el que cubre su tienda de vinos, y entonces nadie pretenderá ir allí a por libros que no sean de amplia distribución, de márquetin caro, o similares, con lo que la comparación con las librerías o las grandes cadenas viene motivada solo por que son punto de venta de un producto llamado libro.
   El peligro estriba, supongo, en que se identifique esa tienda de libros con verdadera librería y a esos dependientes con libreros entendidos porque entonces, como tú dices, corremos el riesgo de «una reducción en la oferta de libros diversos [y eso] es una pérdida inmediata de libertad, que en lo social nos hace más manipulables».
   Un beso.

3. Darabuc
   2008-05-21 13:29

   Sí, lo mejor es que puede ganar lectores, o incluso permitir que algunas Matildas se lleven un libro a casa (¿Cómo? ¿Pudiendo comprar Dónuts, prefieres un Barco de Vapor? ¡Estás loca! Pero si te callas de una vez, te lo compro.) :)

   Y lo peor, quizá, que puede comerse el espacio de librerías que harían otra clase de ofertas culturales, no necesariamente espléndidas o especializadísimas, pero sí útiles en un barrio o un pueblo. Eso entronca sobre todo con el problema de los libros de texto, que daban de comer a muchas papelerías.