A Settembrini, con bastante razón, le cabrean los buitres literarios, esos que, mercado mediante, saquean cualquier vestigio del genio desaparecido para hacer dinero, sean hijos, albaceas o críticos rebuscadores de carroña. El tiempo de los buitres. [Ref.: Portnoy ]
«Hemos pasado de una literatura antigua en la que el autor sólo era un fantasma, que enriquecía a la manera de un Shakespeare el legado de las viejas generaciones (emulatio, imitatio y unos toques de genio) a considerar la obra literaria como un producto industrial hasta las últimas consecuencias. Sé que es polémico cuestionar el concepto de derecho de autor, o el más tosco y anglosajón de copyright, pero no creo que debamos lanzarnos por un camino a ciegas obviando las múltiples contradicciones que encierran unos y otros sistemas. Está por encontrar la solución.»