Con una prosa deliciosa, Darabuc escribe Pasión por la biblioteca ; un pequeño encuentro con un libro puede ser una llave que te abra otra forma de mirar.
«Ese niño era yo y, probablemente, era cualquiera de todos los que, más allá de los sueños agitados de la infancia, seguimos pensando que en los libros se atesora en parte lo mejor del ser humano: lo que nos esforzamos por preservar frente al olvido del tiempo, las aventuras, el conocimiento, la utopía, la denuncia, el compromiso radical, la libertad de imaginar.
— Yo tuve la suerte de que el libro que aquella bibliotecaria —cuyo nombre no llegué a saber, pero cuya mano dejó huella en lo más hondo de mi alma— era La guía fantástica, de Joles Sennell. Lo que se abrió ante mí era la libertad absoluta que nos concede el lenguaje: la capacidad de crear nuevos seres, nuevas realidades, nuevos mundos incluso, por la sola fecundidad de la palabra. Era el libro blanco que, desde entonces, me permite viajar más allá de la cárcel de lo real y saber, con plena certeza, que las cosas serán hoy como son, pero las podemos cambiar.»
2008-05-07 01:10
Gracias por tu amabilidad, Ana.
Una coincidencia: es curioso que Babelia traía este sábado una nota de Muñoz Molina sobre el mismo tema. “De una biblioteca a otra”, para el que quiera buscarla por el título.
2008-05-07 01:51
El artículo de Muñoz Molina está en el Babelia efectivamente, por si queréis leerlo.
A mí me sigue gustando más el tuyo, Gonzalo.
Un beso.