Que los sacerdotes estén metidos en los comités de ética de los hospitales públicos o concertados me parece inconcebible en un Estado aconfesional o laico. Enrique Meneses, que vivió muy cerca esta intromisión con la enfermedad de su esposa, escribe un apasionado e indignado alegato contra estos convenios: Yo objeto: ¡Si aparece un cura, disparo!
«En la cláusula 3) del convenio firmado, se especifica: 1) “La Atención Religiosa Católica y la atención pastoral correspondiente comprenderán, entre otras, las siguientes actividades: Visitar a los enfermos; celebrar los actos de culto y administrar los Sacramentos; asesorar n las cuestiones religiosas y morales; colaborar en la humanización de la asistencia hospitalaria; 2) El Servicio de Asistencia Religiosa, a través de sus legítimos representantes, formará parte del comité de Ética y del Equipo interdisciplinar de cuidados paliativos.” ¡Más claro, el agua! Y esto finalizaba, salvo revisión, a finales de 2007. Se ha efectuado el 31 de diciembre de ese año. Nos la metieron doblada (perdonen la expresión).»