Me pasa muy a menudo con los artistas comtemporáneos que me interesa mucho más su discurso que su obra; lo veo como una limitación propia, una falta de formación artística mía. Por lo poco que conozco de la obra de Jan Fabre, me sucede lo mismo. En Jan Fabre: «Soy un escapista. Nadie me puede encasillar» Javier Díaz-Guardiola lo entrevista.
«El cuerpo y los animales son dos fuentes de inspiración para su obra. ¿Son intercambiables?
Mi interés por ambas cuestiones viene del pasado, de lo que denominamos «metamorfosis»: considero que siempre nos encontramos en una transición de animal a humano y de humano a animal. Y creo que los humanos podemos aprender mucho de los animales. Los animales son los mejores funcionarios y médicos del mundo. En mis obras, en mis escritos, en mis esculturas, el cuerpo es, de alguna manera, terra incógnita, una especie de laboratorio inconmensurable. Muchas de mis esculturas giran en torno al desarrollo de una nueva piel, una piel que nos permita sobrevivir como especie. Pero no es una piel construida a base de tecnología, sino hecha de material humano. Y hay otras esculturas de cuerpos más espirituales hechas a partir de materia orgánica.»