José Aguilar vuelve a hacer hincapié en que la justicia no se comporta igual para todos, especialmente cuando se equivoca. El rasero es el dinero, claro, además de la situación social: Carne de cañón.
«La directora de la prisión de Salamanca, según informó en este periódico Rosa Romero, aún está esperando una notificación oficial de la inocencia de El Caballito. En alguna celda bajo su mando languidece un hombre signado por la desgracia, pagando penas que no le corresponden, que se quedó sin casa porque se acostó zumbado y fumando y el cigarrillo se la quemó, y también se quedó sin familia cuando fue acusado de violador múltiple. En realidad no podía escapar al destino que le habían escrito. Si no lo hubieran metido en la cárcel la droga le habría matado, dicen los que le conocían. No sé si es un consuelo o un sarcasmo infame.»