Es absolutamente impresionante este texto de Roberto Ortiz, quien con mucha imaginación, paciencia, ganas y tiempo libre se ha creado un salón recreativo de los de los años ochenta con pocos mimbres en la misma salita de su casa. Tomen notas, tomen. MAME no hay más que una.
«Lo primero de todo fue formatear el disco duro e instalar un Windows XP con lo mínimo. El ordenador es un AMD a 1Ghz, con 256Mb de memoria RAM, así que tras la limpieza funcionaba de una forma más que decente. Además, sin ningún tipo de conexión con el exterior, y sin intención de instalar nada más, esperaba que siguiese estable por mucho tiempo. El emulador MAME me dió algún quebradero de cabeza, porque sus últimas versiones parecían demasiado exigentes para el equipo, y se entrecortaba el sonido, o la imagen perdía fluidez. Tuve que probar versiones un poco más antiguas para encontrar una con la que todo funcionase correctamente. Y lo conseguí. Después, todo fue cuestión de conseguir algunos miles de juegos gracias a los sospechosos habituales.»