Ignacio Ramonet aparca momentáneamente las críticas a la clase política y económica y centra sus dardos hacia la “clase mediática”, habitualmente adalid de la libertad y aquí señalada en sus miserias. El desastre mediático.
«cada vez mas el discurso, el mensaje periodístico es más simple, más sencillo. Un mensaje simple quiere decir que va a utilizar muy pocas palabras, un número de palabras muy limitado. Digamos si el léxico del castellano tiene, por ejemplo, treinta mil términos, cada vez más los medios de información van a utilizar apenas ochocientos palabras para que todo el mundo entienda. Con la idea de que hay que expresarse de manera muy sencilla, muy simple, porque todo lo que es racionamiento complejo, todo lo que es raciocinio inteligente, resulta demasiado complicado, y se sale del sistema de información tradicional. Hay una fuerte voluntad de simplificación, y la simplificación más elemental es la concepción maniquea de las cosas: cualquier problema se transforma en un problema simple de sólo dos términos: el bien y el mal, lo blanco y lo negro. Una cosa tan compleja como la geopolítica internacional, por ejemplo, pues se interpreta en términos de bien y de mal. O sea una concepción extremadamente maniquea. En cualquier debate ya no se entra en consideraciones que puedan subrayar la complejidad de alguna situación, la necesidad de períodos de adaptación, etc. Se suprimen los matices. Se razona digital: ceros y unos. Lo demás es para “intelectuales”.»