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1. Pablo Mora
   2002-09-06 18:56 Decálogo de sobrevida Pablo Mora Sergio Sandoval, uno de los heterónimos de Eugenio Montejo, quien eligiera la práctica solitaria de la no violencia, pues se resistía a reivindicar el odio militante como principio para modificar el mundo, aspiraba en sus ideales un cambio íntegro del hombre, el deslumbramiento de una nueva conciencia, sin la cual, según su parecer, al cabo resurgirían bajo nuevas formas las tentaciones de dominio de unos hacia los otros. Cultivó la copla como la única forma que hizo suya, reconociendo en el octosílabo el verso por antonomasia de la unidad de habla castellana, tratando de verter en ella la inimitable gracia que el pueblo sabiamente venera. Testimonio de la coherencia de una vocación asumida como prueba de la existencia son las cincuenta coplas que su alter ego Eugenio Montejo nos presenta en el volumen Guitarra del horizonte, titulado con un verso de una de las mismas coplas: Cuerda larga y sin clavija / que suenas de monte a monte, / ¡quién te tocara algún día, / guitarra del horizonte! Mientras pernoctaba en cierto minúsculo cuarto, tornó a pensar en sus noches de infancia, cuando en las altas horas se preguntaba por qué cantan los gallos. Aunque esta vez, insomne, echado sobre la cama, su pregunta era otra: ¿por qué no cantan los gallos? De paso por la ciudad / sin gallos a medianoche, / quise dormir y no pude, / me faltaba el horizonte. Ésta una muestra apenas del manojo de coplas de Guitarra del horizonte. Más nos interesa el Decálogo de sobrevida con que culmina la obra: página que ha de tomarse muy en cuenta a la hora de aproximarnos a la obra de Sergio Sandoval. Enunciados estos que en esta hora menguada de la historia nos advierten el peligro que debe salvar la humanidad al atravesar el terrible desfiladero de estos tiempos que transcurren entre el predominio del espíritu y las asechanzas del mal. I. No luches por ninguna patria, lengua ni raza en particular. Defiende al hombre planetario. II. Ten un hijo solamente y cuídalo más que a ti mismo. III. Desdeña el dinero, pero no te impongas la pobreza forzada. IV. No prestes tu cuerpo ni tu voz a ninguna forma publicitaria. V. No detestes demasiado a tu ciudad: construye un pedazo de campo a tu alrededor. VI. No elogies a ningún hombre vivo o muerto por sus hazañas bélicas. La única batalla que cuenta es la de la imaginación. VII. Trata a cada hombre como a tu superior en la escala sagrada, aunque no creas en una escala sagrada. VIII. No te aísles. Habla con todos los hombres que puedas, el mayor tiempo que puedas. IX. Busca a tu mujer en un pueblo distinto del tuyo. X. Paga diariamente tu derecho a la vida con actos de bondad práctica. www.poesia.org