Libros, niños y máquinas, de Álvaro Ceballos Viro, es una especie de introducción a la relación (histórica) entre la literatura de ciencia divulgativa y la infancia.
«Otro capítulo interesante es el de la imbricación de la ciencia en la literatura juvenil de ficción. Concretamente el ferrocarril fue cronotopo y requisito narrativo de muchas aventuras adolescentes. En Alemania, el tren permitió que la Backfischchen de Clementine Helm llegara a la metrópolis; que Heidi visitara Frankfurt; que Ilse “la cabezota” de Emmy von Rhoden pudiera llegar al internado de señoritas en que se desarrollan sus historias; que Gertrud recorriera Europa y que Monika, en fin, llegara a Nueva York, por no citar más que a algunas de las heroínas literarias más recordadas.»