Ah, los mitos caen uno a uno como manzanas podridas. Ahora, tanta metáfora labrado en torno a los hormigueros puede venirse abajo si se confirma que entre las hormigas funciona el enchufe y la trampa. Las monarquías corruptas del hormiguero, de Pablo Francescutti.
«Hasta ahora se creía que las monarcas provienen de larvas nutridas con alimentos especiales. Un principio igualitario gobierna el destino de las larvas: cada una de ellas podría alcanzar la máxima jerarquía del nido; que lo logre o no dependerá de factores ambientales (como por ejemplo la necesidad de obreras en un momento dado).
Pues bien, Bill Hughes, de la Universidad de Leeds (Inglaterra), y Jacobus Boomsma, de la Universidad de Copenhague, afirman que algunos machos burlan al sistema, asegurándose que sus crías (nacidas de reina fecundada por ellos) se vuelvan monarcas en lugar de simples currantes. El bien de la colectividad se ve así desvirtuado por el favoritismo.»