Nadie escribía como yo es una entrevista con el escritor argentino Rodolfo Enrique Fogwill, una de esas que uno agradece como espectador. Literatura y política se mezclan sin reparo, y el escritor parece haberse depilado la lengua, a la cera.
«-¿Entonces por qué publicar ahora esos artículos?
-Porque están bien escritos. Nadie escribía como yo, digámoslo de una vez. Pero había también cosas de Miguel Briante y Alfredo Leuco que eran maravillosas. El problema es que los periodistas, de antes y de ahora, usan mal las palabras. No son conscientes de que las palabras son palabras.
-En tus artículos sobre literatura se lee la construcción del canon de los años noventa. ¿Viste eso en los ochenta ?
-Pará, ¿sabés cuando lo vi? Lo vi cuando lo escribía, no ahora. Lo vi antes, en 1978. El día que Osvaldo Lamborghini me presentó a Aira en mi casa, yo dije: este, magnetizado por Osvaldo, va a ser el eje. Y hoy es el eje. Pero ojo, es un eje dañino: los que lo aman y lo plagian se condenan. Y los que lo ignoran se condenan doblemente, porque se condenan a escribir boludeces como Crímenes imperceptibles o se condenan a escribir burdos plagios en los que la única manera de sacarse a Aira de encima es mezclarlo con Saer, y entonces se va todo a la mierda. En eso destaco a Alan Pauls. De todos los escritores jóvenes, bueno escritores de cincuenta años, Alan es el único que sabe lo que pasa. En Alan no ves a ninguno de los tres fantasmas, ni a Piglia ni a Aira ni a Saer.»