Maximiliano Bernabé Guerrero escribe sobre el creciente descrédito de las Humanidades en la enseñanza, y sobre la cada vez más generalizada costumbre de sustituir la lectura de los clásicos por versiones adaptadas, en el mejor de los casos. Es asunto complejo: hay situaciones en que el nivel de los alumnos es tan bajo que afrontar la lectura del clásico es un imposible. Yo leí El Quijote, y disfruté.
2008-03-16 03:37
Cuando el nivel es tan bajo que no se puede leer el libro, creo que es mucho mejor que lean un fragmento (convenientemente seleccionado por el profesor) y que se lo introduzcan antes con pasión, como se transmite la literatura. Es triste tener que reconocer que haya niveles muy bajos, pero es realista. Sin embargo, las adaptaciones, exceptuando las que ya dicen en el artículo de pasar a un castellano más inteligible el Mio Cid, por ejemplo, espantan a cualquier lector potencial que quizá el curso siguiente sí se habría lanzado a ese libro y no dan nada de la obra original, más que el argumento y los personajes: para eso más vale hacerles un resumen y una ficha.
Creo que la cosa viene de lejos: si de pequeños no leen más que libros con vocabulario limitado a x palabras, sin frases subordinadas, con un escenario en un entorno familiar para el niñoj,etc., es difícil que vayan progresando. Los chiquitines son como esponjas; son capaces de oír historias de Tagore y no interrumpir porque están fascinados, de escuchar la Tierra de Alvargonzález sin moverse y con la boca abierta, de escuchar atentos cuentos no adaptados de los hermanos Grimm, de no parpadear mientras les cuentas historias de Chelm… ¿Por qué, entonces, el mercado de la LIJ está lleno de cuentos adaptados de mala manera para estos niños? ¿Alguien piensa de verdad que son tontos? ¿O es que hay muchos editores que saben que los tontos somos los adultos cuando vamos a regalar un libro y desconocemos el mundo increíblemente rico del niño?
Un artículo muy interesante.
Un beso.