Creo que sí ha habido consenso entre los medios en esta legislatura en una cosa: estos políticos son mucho más insulsos que los de antaño, malos oradores, peores en las réplicas, improvisadores de todo a cien y, sobre todo, muy maleducados. Manuel Ortiz se pregunta por qué en un artículo corto pero puntiagudo: Hablan, luego bostezamos.
«¿Por qué no hay rastro de la menor ironía en estos caballeros? ¿Qué les obliga a ser tan extremadamente severos, tan atrozmente insulsos, tan carentes del menor rasgo de humor, tan pasmosamente aburridos? Y lo más lastimero es que cuando quieren ser graciosos desnudan la verdad de su permanente mal humor, de su carencia de reflejos, y sus rechinantes gracietas no hacen reír ni a sus incondicionales más fervientes. Los últimos debates televisados entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno no han dejado dudas al respecto. Y ya es penoso que una de las palabras que más hayan empleado sus señorías a lo largo de esta pasada legislatura haya sido “crispación”, palabro por lo demás feo y malsonante».