Según Marcelo Figueras nos pasamos la vida sostenidos por un delicado e inestable sistema de creencias, cada uno el suyo, pero creencias al fin y al cabo. La distorsión de esas creencias puede generar auténticos monstruos. El delicado equilibrio de la fe.
«Subsistir en este mundo supone creer en una serie de convenciones o mejor: de relatos a los que nos sometemos (casi) sin cuestionamientos. Creemos en el derecho del Estado a la existencia, y en consecuencia en su poder sobre nuestras vidas. Creemos en el dinero. (Y en consecuencia en su poder sobre nuestras vidas.) Creemos en la ley. Creemos que el verde del semáforo nos habilita a pisar el acelerador, que las declaraciones de impuestos son inevitables, que la gravedad existe. (Aunque en realidad no exista como tal: no hay fuerza alguna a la que pueda llamarse ‘gravedad’, se trata de una consecuencia en la distorsión del espaciotiempo.)»