Navego con una sensación muy irreal de deja vu, contrastando opiniones post elecciones con cosas que se pensaban justo antes de las mismas. Entre toda esa abrumadora maraña de deseos previos y “ya te lo decía yo” posteriores me quedo con este artículo pre electoral de Javier Ortiz, desdramatizando todo esto: Haz lo que quieras.
«Ahora sé algo más sobre los muchos factores de todo tipo, incluidos los personales y psicológicos, que pueden influir en lo que cada cual decide cuando es convocado a las urnas. Ya no juzgo las opciones ajenas, ni en voz alta ni para mis adentros. Hay votos (y abstenciones, según los casos) que me resultan poco o nada comprensibles, pero acepto que la culpa pueda ser mía, porque no conozco lo suficiente a quienes han tomado esas decisiones. Además, la experiencia me ha bajado los humos, demostrándome que mis propias opciones ante las elecciones, pese a haberlas meditado con cuidado, a veces me han resultado tirando a churros. Ahora mismo, lo que me carga más es precisamente lo contrario: el rollo que se traen los que no paran de señalar qué es lo único que podemos hacer si no queremos convertirnos en puros detritus sociales.»