Javier Muñoz denuncia que la por todos conocida lentitud de actuación de la justicia es debida, muchas de las veces, a una vergonzosa desidia en los procedimientos más sencillos. La lentitud de la justicia, un tópico evitable-
«Ayer mismo sufrí la siguiente escena, perfectamente evitable, en un juzgado de Madrid. Comparecen dos testigos a contestar unas preguntas que les formula un juzgado de instrucción de Barcelona acerca de una estafa ocurrida en la ciudad condal. Los testigos han faltado a sus respectivos trabajos, se han molestado en llegar puntuales a la cita y allí están los pobres, esperando en un banco a la puerta de la sala. Al cabo de dos (sí, dos) horas, aparece un agente judicial y les comunica que hay un problema con el exhorto, que así se denomina al requerimiento enviado por el juzgado de Barcelona, y les manda para casa puesto que el trámite no se podrá efectuar. ¿El motivo? El exhorto y la lista de preguntas figuran en catalán, y no ha habido manera de encontrar un intérprete de la bella lengua de Espriu (con perdón por este otro tópico).»
2008-03-06 14:30
Bueno, bueno. He comenzado la lectura del artículo – informe con ganas, pero lo que hay es casi exclusivamente una diatriba contra el falso problema del idioma autonómico de turno. Bah.
Hay otras causas que ni menciona o apenas. Que sus excelencias (o ilustrancias, ahora no caigo) los señorísimos (y señorísimas) jueces (y juezas) jamás de los jamáses visitan los lugares “de autos”, salvo si forenses cuando fallecimientos. O sea que si una comunidad de vecinos tiene problema con su chimenea, pues cinco testigos se requieren más tres peritos atestiguando ¡la existencia! de la chimenea (verídico). Si grietas, añádanse fotografías y su elevación a acta notarial.
Otrosí digo, abogados que hacen uso de todas artimañas (o vagancias, que también) para que prescriban los temitas (cosa muy típica en lo laboral y obligada en lo político, véase la reciente prescripción en “los Albertos”) o fallezcan de aburrimiento los afectados, a los que se supone a plena disposición, como si no tuvieran nada mejor que hacer o jamás deseosos de jubilarse como muy cerca en Pernambuco, hartos de esperar ya no saben qué cosa procedimental.
Otrosí, que haya administrativos que ni saben escribir razonablemente en ordenador, o jueces que ni lo encienden.
Otrosí, que casi todo lo dan en mano (por ello el invento de los caros procuradores) y casi nada por teléfono, fax y ni digo en email. Otrosí, lo genérico de la hispana burocracia, que me ahorro repetir en este lugar. Y una justicia para los ricos que es simpática, y otra para los pobres que es lenta, farragosa y antiestética de ver. Resultado de todo ello, que efectivamente no hay justicia, del gitano “pleito tengas y los ganes” al “giustitia ritardata, giustitia denegata” de los italianos, si lo he escrito bien. En fin, otra rémora en este país, otra asignatura pendiente, que cada vez se traga más recursos para similar o peor productividad que hace treinta años …