A riesgo de echarme los leones encima, no puedo más que empatizar y comprender lo que cuenta Javier Armentia sobre los últimos cinco cigarrillos diarios que piensa fumar hasta el domingo, fecha en que —espera— lo dejará definitivamente. ¿Cómo elegir los cinco?.
«Como tantos otros fumadores, el primero de la mañana es fundamental. Pero también lo es el último de la noche (aunque algunas noches excesivas, quizá fuera mejor el penúltimo, lo que planteó siempre un problema: ¿cómo reconocer el anterior al último, ese que era el bueno y el otro ya era uno de sobra?). Casi todos los que suponen el final de una comida, el café. ¿Y ese de después …? O el de mientras borras los comentarios del troll. El del frío de la mañana en la cara. El del mediodía en la rampa del planetario, con un rayo de sol que ilumina el parque donde críos con abuelos pasan el rato. Ese de media tarde, con el libro entre las manos completamente transportado allá donde el novelista haya querido llevarte.»
2008-03-05 12:28
Cada persona es un mundo. Pero limitar el consumo de tabaco no es la solución. Aunque conozco a dos señores de avanzada edad que solo fuman (en todo un día) un puro después de comer: Una Faria, que le dicen.
2008-03-05 15:33
Sí, conozco más casos de esos. Los padres de unos amigos que se fuman un cigarrillo diario por la noche, después de cenar. Una compañera que lleva quince años fumando única y exclusivamente viernes y sábados por la noche y sólo si sale a tomarse algo.
Que envidia.
2008-03-05 21:44
La verdad es que el artículo hace que a uno (ex fumador) le entren unas ganas terribles de volver a fumar. Y es que describe perfectamente, y casi poéticamente, la relación con el cigarrillo más allá de la adicción a la nicotina: esos momentos que se graban en el recuerdo siempre con un cigarrillo… mmmh…
Más vale olvidarlo…
Un beso.