Carlos Alonso Romero nos presenta su Estrategia de campaña, una paradia perfecta de en lo que se han convertido las campañas electorales, un insulto indisimulado al elector.
«Hablaremos y hablaremos de democracia hasta que se nos duerma la lengua. Que si mi democracia qué bonita es, que el voto es la auténtica Fiesta Nacional, que esto ya no es como antes que había un dictador y no se podía, que hay que ser demócrata y tolerar a tus semejantes, etcétera etcétera… Captan ¿No? No hace falta que toda esta cháchara tenga sentido. El truco es generar ruido de fondo: lo que se dice “consenso”. Con ello lograremos un buen número de objetivos: primero, refrescar la conciencia del pueblo, que no participa en ninguna de las extrañas decisiones que se toman arriba y, lógicamente, tiende a sentirse estafado; segundo, haremos que nadie se cuestione la validez de nuestra mediación, con la que nos ganamos muy bien la vida; y tercero, consolidaremos así la actual simbiosis económica entre Estado y Capital. Three birds, one shot.»