La calidad de la democracia desciende a niveles de cloaca en temporada electoral, paradójicamente. El bochornoso espectáculo de la negociación para organizar los debates electorales concluye del peor modo posible, con todo preparado para cohartar la expontaneidad, la participación o la crítica. Juan Varela, El debate electoral más casposo.
«Los partidos vuelven a despreciar a los ciudadanos imponiendo un pseudodebate después de haber dado una imagen lamentable durante las negociaciones.
Se han negado a abrir lo suficiente el debate y sólo consiguen al final copar espacio público, asegurarse de que esas dos noches del 25 de febrero y el 3 de marzo casi todos los medios repitan sus alegatos. Y la cola del día siguiente hasta la extenuación.»