Eduardo Allende usa muchas, muchísimas, demasiadas, una barbaridad de palabras para que nos quede muy claro que, en realidad, no hay que usar muchas palabras. ¿Para qué? Para nada en concreto, así, en general. Pocas palabras, mucho mejor. A buen entendedor… ya me callo. Hala. El enlace. El valor de las palabras.
«Sólo cuando una palabra ha demostrado que vale para expresarse puede ponérsele precio. Valor de cambio que le dicen. En consecuencia, las palabras que no valen para expresarse no valen nada. Son gratuitas.
Ahora bien, convendrán conmigo en que, en aras de la eficiencia, lo suyo es recurrir al mínimo necesario, limitarse a usar sólo aquellas palabras que valen algo. ¿Para qué llenarse la cabeza de palabras inútiles? La pregunta es, por tanto, la siguiente: ¿Cuál es el conjunto mínimo de palabras que uno precisa para expresarse sin cortapisas? Habrá a quien le parezca una pregunta frívola o sin sentido. No se engañen, no lo es. Y ese secreto número, al menos para nuestro viejo y conocido idioma español, nos ha sido revelado. Son nada más y nada menos que ciento treinta y ocho.»
2008-02-06 18:33
Buenisimo.