Diré que me parece exagerado el artículo de Juan Gelman, La doma de los jóvenes bravíos en el que expone algo así como un complot estatal-social estadounidense (sólo es la avanzadilla) para aplacar con fármacos a los jóvenes rebeldes y contestatarios, pero como descripción de un problema social creciente me parece válido.
«El gobierno estadounidense necesita una juventud sumisa, dispuesta a sacrificar su vida en cualquier guerra que a la Casa Blanca se le antoje, y que no participe en pujas “subversivas” como los movimientos por la paz o en defensa de los derechos humanos. Drogas aparte, el Pentágono ha tomado medidas para evitar esos “peligros”, particularmente en las universidades, cuna del rechazo a la guerra de Vietnam. La ley de prevención de la radicalización violenta y del terrorismo en el país, aprobada por la Cámara de Representantes, está destinada precisamente a los campus. La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) ha revelado que el Pentágono acumulaba, en 2006, 186 expedientes de “protestas antimilitares” –algunas calificadas de “amenazas probables”– de grupos universitarios (The Nation, 25-1-08).»